Opinión. Mujeres admirables

No suelo escribir columnas. Es un género periodístico «el de opinión» que me impone porque cuando uno llega a los 40 aprende a no opinar. Si te callas en general generas menos conflictos. Y, con el paso del tiempo, uno busca discutir menos. El estrés que producen las continuas discusiones repercute en la salud, según comenta nuestra querida amiga, la Doctora Heraso.

Sin embargo, tras esta reflexión pienso que después del silencio va la nada y sin nada «no podemos torear esta vida». Con esta frase inauguramos esta sección que está abierta a todos aquellos especialistas y pacientes-expertos que tengan algo que opinar.

Como admiro a esas mujeres que no sé de donde sacan las fuerzas para amar tanto la vida. Ahí están!!! Enfrente de nuestras narices.

El otro día, estaba leyendo el periódico La Razón y venía en sus páginas una foto enorme de Irene Villa embarazada y probándose sus primeras sandalias. Con su ejemplo de «Sí a la vida» su foto se me clavó en el corazón.

La foto lo decía todo. Ella feliz irradiaba vida. Decía que se sentía pesada y, por eso de nuevo usaba el bastón, para evitar caídas al suelo en su estado de gestación. «Me caigo continuamente y, ahora, en mi estado, tengo que tener mucha más precaución», declaraba.

Qué mujer!!! Pero, qué pedazo de mujer!!!

Le enseñé la foto de Irene a mi hija que está en plena preadolescencia-, y me dijo «qué maravilla que este mundo tenga gente así». Que se quiten todas las bellezas del mundo que yo a quién admiro es a esta maestra de la vida.

A duras penas, pude tragar saliva y hacer como que el comentario era de lo más normal.

Estos seres llenos de amor y perdón te hacen reflexionar sobre la existencia, el aquí, el más allá y el valor de la salud y unas piernas (que la mayoría de nosotros solo mira para quejarse de ellas o conjuntar el color de nuestros calcetines y medias).

Irene Villa siempre tan bella, tan fuerte, tan contundente, tan trabajadora y, sobre todo, con tantas ganas de transmitir vida!!!!! Pero llevado a los hechos porque lo ha demostrado. Todo un ejemplo de vida.

Una vida que cualquier cirujano sabe lo que esconde…. dolor y más dolor, cirugías repetidas, viajes, humillaciones, caídas. Y, a pesar de todo elige vivir, dar vida y perdonar. La admiración que sentimos hacia mujeres como Irene Villa es tan grande que no cabe en nuestras letras.

Irene es como otra mujer –no conocida, pero igual de valiente-. Ella se llama Cristina. Hace años que la observamos con la boca abierta y llena de admiración en el Gregorio Marañón. No nos pudimos presentar. Solo la observamos. Llevaba una prótesis de ATM e iba en una silla de ruedas. Había sufrido múltiples cirugías. Recibía tratamiento para el dolor. Y, mientras le pinchaban la nuca, le decía a su anestesista: «De lo burra que soy… yo saco esto adelante». Ver su fuerza, y su amor a su madre, que le sujetaba las manos, nos paralizó el cuerpo. Solo podíamos observar, callar y admirar.

¿De dónde les viene esa fuerza inmensa a estos seres? Sin duda, les viene de Dios y de su capacidad de amar a los demás.

Bravo por estas mujeres!!

Ignacio del Río. Voluntario de AEPA ATM

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